lunes, 26 de noviembre de 2007

LLAGADO EN LA ABSTINENCIA

Hoy he escrito dos versos
que no eran para ti; pero deja eso,
me cuestiono la certidumbre de tenerte,
pues no hallo los lazos que se urdían dentro de mí.

Como siempre,
había estado confabulando obseso tu llegada,
arropado en el consuelo de tus piernas largas,
jugando en los contornos de la almohada,
Como siempre...

Es un aguijón de veneno estimulante en el pecho,
esta espera de verte tan cerca sin poseerte,
el embeleso es una dispensa al estado de conciencia,
que a mí has vuelto un predador rebelde.

Dame la infusión de tu antídoto,
cúrame de los besos de otra arpía,
con una líquida emulsión de jugos varios
en la contradicción de los adioses obtenidos,
y sáname en rúbrica ficción del horroroso olvido.

De borrarte en el contorno ubicuo del pasado,
me han quedado convulsiones, derrumbes y derrames;
desbordamientos, abismos y ufanas llanuras,
ósculos ajenos y referencias sicalípticas.

Me ha costado abandonarme al estrépito del limbo,
donde se diluyen tus ansiados besos;
sólo viajas por el cúmulo de estrellas,
donde tu negativa es un castigo
y tus caricias como antes no se explayan;
mientras llagado en la abstinencia,
de ti me vuelvo adicto.


sábado, 10 de noviembre de 2007

PIENSO EN TI


Pienso en ti al cruzar una avenida;
al caminar por la derecha de la acera;
al voltear a todos lados, buscando una señal
que manifieste tu presencia.

Al despertar con una hora menos,
al acordarme de mis sueños proyectados en el techo,
pienso en ti al pensar mirando el cielo,
y al descansar, después de tantos pasos alargados,
en la oquedad me quedo acalambrado,
mientras yo te pienso.

Pienso en ti cuando la luna llena
se abre paso en tus recuerdos,
cuando su influjo nos emplaza, taciturnos,
en su necedad de contornos manifiestos.

Pienso en ti al escuchar la música solaz
que da la pauta para proponer con estas teclas,
un laberinto inimaginado;
pienso en el paradigma de tu nombre soslayado
ramillete de dalias negras
en un paraíso distante y arrinconado.

Unívoca, incontenible, reminiscente,
la visión de ti es dolorosamente abarcadora,
ni superficial ni fragmentaria,
simplemente osada y rumorosa

En el desdén de tus respuestas improntas,
crece mi alivio de pensarte tanto,
y en un menguante impulso temerario,
dejas de saberme lejos; sugerencia entre los labios,
extrañeza que no repara ni un segundo,
en buscarte diáfana, sin encontrarte,
en el cruce de todas las miradas.


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