jueves, 22 de mayo de 2008

EL RITUAL ANSIADO


Se me eriza la piel con sólo pensarlo, te confieso,
pues casi puedo percibir el calor que se desprende,
mientras ensayamos esas posiciones predilectas,
y nuestros cuerpos pretenden amarse dulcemente.

Busco en la penumbra tu lengua deliciosa,
me entrego al hechizo de tus más tercos anhelos;
y volviéndote en mis sabias manos una diosa,
encantado respondo sin dudar tus tiernos besos.

Rendido a ti me vuelves tu cómplice obediente,
sumidos en el juego incitante de las sugestiones,
instante en que prometo ser tu amante siempre,
aunque al adorarte me torne a veces inclemente.

Sin recelos me entrego dichoso a tus señuelos,
consintiendo que me explores con tu dulce boca,
y enciendes una sed urgente por todo mi cuerpo,
en una suerte de sublime alianza erótica.

Nos adentramos en los pliegues de la noche insólita,
dando libre cause a nuestros callados sueños,
y lanzando hasta mí el fragor de tu alma indómita,
hacemos gala de un sinfín de excesos.

Gozamos el ritual ansiado de las caricias perpetuas;
juntos conquistamos el lugar donde nace el deseo,
sintiendo palmo a palmo tu mano entre mis piernas,
hasta llevarme a las mismísimas puertas del cielo.


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