jueves, 20 de noviembre de 2008

SOLEDAD ACOMPAÑADA


Poderío anestesiado
en la sinuosa travesía de rencores anidados,
transparencias gozosas, de instantes hinchados,
trocería de lúmpenes en apariencia exquisitos,
pero incluso vaguos,
calentura de alguna reclusión,
mensajes ajenos de ecos transfigurados,

bajo el canto de sones conspicuos,
tradiciones de ayer y hoy.

Notas y palabras encimadas,
sandunga proverbial de valentías,
alusión innata de lo más perfecto;
síntesis de las variantes ambarinas.

Contagio ensoñador
de calmas palpitantes,
suave cadencia
en el fondo de los significados,
tregua lacerada
por las costras que se fermentan,
desidia inconfesable
por las cortinas ilusorias,
ruines fachadas de ciudades
antes mencionadas como armas venenosas
de antídotos insospechados.

Comunión de miradas
dilatadas en los desvaríos,
otra nocturna
desilusión de los abandonados;
contrariedad que reverbera
entre ojos lejanos,
misión que germina
en los concavidades reflejadas,
saciedad bajo desafíos
resplandecientes en las propulsiones sostenidas,
locución natural de días añorados
entre madrugadas rumorosas y marchitas.

Hoyos volátiles,
ardor de media noche,
candor entreverado bajo carnicerías inauditas
por volver a presenciar el eterno pasado;
roces alocados,
lumbre sin remedio
que los duendes de la alborada,
consiguen alunizar a través
de la oscuridad
en cada trasnochada.

Hermosa retahíla de sentidos vacuos,
intensidad monosilábica
de significados malsanos,
rumba de incipientes emboscadas,
ingenio fatuo quiebra las luces
de aquellos ritmos ingratos.

Elíxir de términos oblicuos,
soporte demencial de los ayeres,
kamikaze de la honda sensibilidad,
otrora rumores ajenos de la soledad ufana,
rocío inesperado de algún ilusionista
con la mesa atiborrada
de blancos hechizos.

Brillo alucinante sobre tendederos plásticos.

Confusión silenciosa de mares descompuestos.
Ardores cansados de novedosos males,
andamiaje incierto, con separación de rudos andares,
y camaleones vislumbrando situaciones inconclusas.

Animales de ida y vuelta;

recorrido interminable hacia el abismo
de cielos negros en medio de la tempestad.

Anidamos la memoria entre desvaríos,
precaria obsesión de corromper las noches,
sinuoso desdén en el que nos embarcamos,
presurosos nos atormentamos,
en la isla de claroscuros oleajes.

Brecha inabarcable de añoranza plena,

ruta del amanecer con las palabras intactas,
caos virtuoso de las pupilas extenuadas,
rumoroso cauce donde yacen los estertores.

Remanso alucinante por distancias impares,
tálamo de lucubraciones desconcertantes,
sabio goce del mal recalcitrante.

Diluvio del cielo nublado de quebrantos,

azoro inoportuno
que se queda pasmado,
ante los fulgores de una soledad,
pero de una soledad acompañada.

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