Enamorado del marchito amor
te dejo de querer a veces,
muda destinataria de un torrente de cartas,
y embarcado en la febril marea de tus aguas,
ecos trashumantes en el viento simún
diluyen la luz de mi razón.
Oleaje indomable de versos menguantes
como la silueta de la densa luna ambarina,
en el arribo de una lúcida locura antediluviana,
resisto la erosión virtuosa de las algas marinas
que producen en el pecho una ambigua desazón.
Rozan recurrentes la ausencia de tus manos,
encalladas a tus dedos en el puerto sin reverso
donde caracoles de mar mueren ahogados,
divisando el sello inminente de mi desconcierto.
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