miércoles, 21 de julio de 2010

BÁLSAMO POÉTICO



Si sus ojos se posaran
sobre mí,
alcanzaría a darle más sentido
a este poema,
almanaque de la patria grande
donde caben todas nuestras lenguas.

La introspección inventa
los medicamentos de mi desvarío,
entre andanzas y bajezas,
pleno de una carga erótica
como en sus primeros libros,
recurro a los paisajes de Sabines
y esas imágenes evocan
una precipitación de rescoldos;
el trueno de su voz ronca,
y el relámpago que pasa
sin dañar a la naturaleza.

Aquel bálsamo poético reafirma
el conocimiento vital
donde los signos se identifican
con los rosarios de prosa palpitante
que nunca cesan.

En los confines de lo diurno
visualizo los límites
y caigo en cuenta de su ocaso,
ejemplo dirimido en faenas de versos
semanario donde aún dialogan
el edén y el infierno,
cada vez que descorcho,
la magna llave de su memoria.

jueves, 1 de julio de 2010

TATUAR DOS CUERPOS



NOCHE
PARA TATUAR
DOS CUERPOS,
EN EL DESPUNTAR
DE LA
TENUE
ALBORADA.

martes, 11 de mayo de 2010

UN MERO VERSIFICADOR


La vida se abandona a mí
y crear poesía no es lo mismo
que escribir unos cuantos versos. 

El poema no es el borrador,
hay que reflexionar en su significado
y respetar el sutil ritmo

de lo que se quiere decir. 
                                     

Para tocar el verdadero poema,
se necesita llegar ahí,
tener presencia dentro de él,
o ser, impunemente,
un mero versificador. 

domingo, 11 de abril de 2010

INVADIR SUS BELLOS MUSLOS


La extrañaba
como se extrañan
las cosas más preciadas,
como se echa de menos
aquello que resulta insustituible.

Si algo podía causarle
tal sensación de vacío,
era el pesar de los minutos caducos
sin su presencia.

Se colaba
en sus más oscuras ensoñaciones,
adentrándose sin previo aviso
en los confines de la materia onírica,
en sus húmedos sueños.

Nadando en medio
de las ondulantes
poluciones nocturnas.

A veces,
dormía con la inquietud
de sentirla a media noche,
metida en su cama,
retozando con plenitud,
antes de invadir
sus bellos muslos.

miércoles, 17 de marzo de 2010

EN EL MISMO ANHELO DE TENERNOS


Te persigo en sueños,
pero sólo alcanzo a vislumbrar
tu figura intacta,
tu silueta inquietante
que se perfila entre mil sombras.

Mi cuerpo depende de la fidelidad
que le concede el tuyo,
de la exactitud con la que desafías
el juego de los imposibles.

La burla insolente del azar
que se desata cuando
esperamos silenciosos
la llamada del amor.

Ahí estamos los dos,
con la oportunidad ansiada
tocando a la puerta,
alejados en la distancia
pero unidos en el mismo anhelo
de tenernos el uno al otro,
buscándonos entre sueños. 

sábado, 20 de febrero de 2010

CON QUÉ TERSA DULZURA


Con qué tersa dulzura
se posa curvo y recurrente el beso
para que a fuego lento empiece,
la danza cadenciosa de nuestras bocas.

Paseo mis dedos por tu piel,
dibujo el movimiento en el espacio,
hasta que me levanto del lecho
en el que me tienes resguardado.

Tejemos el amor en caricias de un ir y venir,
prodigándonos sonrisas perfumadas,
rodeados por el antojo de probarnos todo,
los ojos cerrados sienten la presencia
de una mano que sube, baja,
y se acomoda por la espalda.

Avanzamos resueltos hacia las trampas creadas,
cazamos osos con piel de leopardo,
serpientes con plumaje de cóndor;
nuestros tropiezos sobreviven a las heridas
y nos besamos retadores,
ante la envidia de los mirones venenosos.

miércoles, 20 de enero de 2010

NUESTRA HERENCIA COMO SERES HUMANOS


Brechas de miseria

y podredumbre

han dejado huella

en la cumbre de la historia.


Pero desde antaño han existido hombres,

gran honor para quien los nombre,

que indignados ante tanto genocidio

han sido vencedores de férreas ataduras.


Salvadores innatos de la humanidad

las gloriosas lágrimas de júbilo caerán,

cada vez que sean traídos

a la memoria de la colectividad.


Escudándose en la invencible pureza

de los ideales que nunca perecerán,

sus armas abrirán las conciencias

para bien o para mal,

del fuego puro que alivia la tierra.


Por eso vivirán a pesar de la amnesia,

aunque en otras épocas los quieran reemplazar,

surcando con presteza mares y tierras,

dejando en pie sus ideales para la posteridad.


Libertadores de todos los pueblos,

pugnaron la caída de la opresión y el desconsuelo

dicen que bien merecido se han ganado el cielo

donde permanecen los justos en alma y cuerpo.


Esas balas fugaces que dieron en el blanco,

hoy sabemos que no se desperdiciaron,

fueron hechos de una grandeza inconmensurable

que ahora contamos los bardos tejiendo versos.


Sin dejarse intimidar por los amos y sus séquitos,

adoradores ingratos de la cerrazón,

las muestras de franca desaprobación se levantaron

cuando ellos contra la paz mundial atentaron.


Nada quisieron concertar con sus hermanos

porque su egoísmo atorrante los cegaba,

nadie se atrevió a enfrentarlos sin miedo

hasta que los libertadores por fin quisieron.


No pudieron volver a callarlos ni mancillarlos,

ni por lo perdido, ni por lo que les quitaron,

ya no estaban solos, tenían de su lado

a los campesinos, a los obreros, a los despojados,

hombres de una sola pieza que jamás lloraron.


Se unieron tras el poder de un mismo sueño,

el salir airosos de las injusticias humanas

y a la vez gritaron su descontento

contra la avaricia de los caciques y su fuero.


Cantaron con la ilusión de todos alimentada,

ellos pelearon para abolir a los esclavos,

sumaron con valor sus voluntades

y reclamaron a los cuatro vientos

nuestra herencia como seres humanos.


lunes, 21 de diciembre de 2009

LA VEHEMENCIA DE LOS SÍMBOLOS


Conjuro febril de mortal afrenta,

hordas de espíritus amortajados

entre las páginas amarillentas

de antiquísimos libros cerrados.


Adagio del crepúsculo milenario,

estigma silente de rabia resguardada,

obstinada luz que cierra los párpados,

ofuscando las conspiraciones desatadas.


Edades insepultas de pagano rictus,

a la solícita memoria dan la espalda,

sostenidas en el incipiente limbo,

carentes de utopías y esperanzas.


Al clausurar los dioses sus designios,

como signo de la furia anestesiada,

dormirá la vehemencia de los símbolos

en el culto que develan sus entrañas.


sábado, 21 de noviembre de 2009

NO VOLVERÉ A LLAMAR


No volveré a llamar

a quienes desobedecen

sin misericordia ni humildad

los mandatos del Señor.


No dejaré volar mi mente

que aviesa se fuga pidiendo

una ayuda bastante menor.


No intentaré perderme en sus sombras,

maltrechos reflejos de su ser;

acabaré olvidando que fui niño

que en la envidia padeció.


No volveré a caer en sus redes,

pescadores inauditos de lo banal;

caminaré despacio, desoyendo mitos

que concluyan en pura desolación.


Qué es la vida, sino ayudar a los demás,

el darles techo, comida y razón,

que no son sinsentidos del azar;

es la lógica difusa donde el orden

encuentra claro parangón.


Llano en llamas desde el interior,

cubre alas temerosas en tropel

colinas arriba del nivel del mar;

el viento ilumina alguna especie;

sólo a los que entienden del amor.


No es malsano, superficial o instigador,

esa fuerza indecible que nos mueve

a los umbrales de un alcázar

de marquesinas doradas,

sobre los pilares

de todo ayer.



jueves, 22 de octubre de 2009

NOSTALGIA DE UNA LLAMA


Donde nos asumimos inaprensibles gradualmente,

el alma quebrada repite su nombre y lo musita,

anidamos un invierno que no es efímero huésped,

está allí, renace y reverbera la melancolía,

con el temor de aquellos a un paso de perderse.


Convive en el fuego el amor del ser que se devela,

perturba un recuerdo abismal como hábito oculto,

rozan las palabras el segundo en que se queman,

y desde el lugar aciago donde yacen en desuso,

las noches crepitan dentro de un tiempo en espera.


Navega nublado el semblante a punto de fenecer,

caminas por las calles con arrebato de ternura,

encarnado crece en la ciudad un aliento de mujer,

y ante el deseo de inmovilizar lo que se fuga,

se prolonga en el centro de un amanecer.


Hay suspiros en la nostalgia de una llama,

sobre el oscuro estupor que me ha invadido,

irrumpe su furor insensato de huir transformada,

y en tardes perdidas que no tienen otro sentido,

se contrae en el borde brumoso de la añoranza.



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